24 de diciembre de 2012
Fuente: Canal Azul 24 |
La Navidad es una fecha para reflexionar sobre la vida y sobre nosotros, nuestra actitud hacia los demás. Los demás no son sólo nuestros vecinos de nuestra propia especie, también son aquellas otras especies con las que compartimos la Tierra.
Durante esta época parece que la gente que celebra la Navidad se ha colocado en su cerebro el chip de la alegría. Pasan las fiestas y llegan el fin de año y comienza el otro y parece que nubes oscuras han caído sobre las mismas personas, ya no se ven tan alegres como esos días, pues llegan las facturas, hay que volver al trabajo para ganarse el pan de cada día y otras cosas de la rutina diaria de cada persona.
El hombre moderno (Homo sapiens) vive atrapado en un mundo de su propia creación que le está asfixiando aunque no lo parezca a veces. Los humanos funcionan como máquinas, son entidades biológicas automatizadas, en otras palabras son robots biológicos.
Estos robots biológicos "humanos" requieren muchos chips que contengan patrones culturales, los cuales son impuestos colectivamente o por unos pocos en la sociedad en la que cada uno se desenvuelve.
Los chips son metidos al cerebro de cada humano desde que nacen y poco a poco penetran y se convierten en programas que producen automatismos. Automatismo para pensar, automatismo para hablar, automatismo para comprar, automatismo para comer, automatismo para copular, etc.
En fin, los humanos acaban programados como un ordenador. Estos robots biológicos accionan y reaccionan en base a sus chips biológicos.
El programa del actual sistema económico que los humanos han montado necesita que los chips de envidia y competitividad que son parte de su herencia biológica sean estimulados a lo máximo y salgan a flote de manera permanente y entre más personas desarrollen estos chips mejor para el status quo. Estos chips deben estar presentes en gran cantidad en el sistema o de lo contrario éste colapsaría.
Para esto tiene la educación. Todo el proceso de la adquisición de una educación se trata de ésto, de desarrollar y meterse en la cabeza los chips de envidia, la base del consumismo, y el chip de la competividad, la base de la producción.
El resultado es un ogro sin corazón, un auténtico golem. Un humano sin corazón, totalmente robotizado. Un bicho egoísta sin sentido común, todo se vuelve un accionar y reaccionar.
Y he aquí el problema. Este automatismo está llevando al Homo sapiens a un callejón sin salida, aunque parece que ya está metido en un cul-de-sac de caracter ecológico, social y económico.
Los chips que el hombre labra y esculpe para mantener un sistema absoleto, un sistema antiecológico, un sistema antibiosférico, un sistema antinaturaleza, son contraproducentes.
Estos chips golémicos de apego a lo superficial y egocéntrico le llevan hacia la extinción. Hoy más que nunca debe ponerse manos a la obra y preocuparse por sacar a la luz del día, fuera de la oscuridad de su corazón una característica muy importante: el chip de la empatía. Es un deber moral cultivar la empatía, una vía saludable de todos para todos.
Un chip empático, holístico y respetuoso, uno chip que le conecte con el mundo que el rodea de una manera ecocéntrica totalmente, no sólo de palabra y pensar, sino de sentir y actuar con toda la masa de su cuerpo.
Un chip empático, holístico y respetuoso, uno chip que le conecte con el mundo que el rodea de una manera ecocéntrica totalmente, no sólo de palabra y pensar, sino de sentir y actuar con toda la masa de su cuerpo.
Pero ya no hay tiempo para asumir una actitud de dejadez, una manera programada egocéntrica de pensar que si hago una cosa hasta el codo y no ha pasado nada, eso quiere decir que si la hago de nuevo y llego hasta el hombro no me pasará nada.
Este
tipo de programación abunda en la sociedad moderna. Por ejemplo, la
juventud empieza con un cigarrillo y ve que no pasa nada. Luego son dos, después tres y sigue sin pasar nada. Poco después el que fuera un sólo cigarrillo se ha vuelto una o dos cajetillas diarias y de repente llega el cáncer de pulmón terminal u otras complicaciones de salud y ya no hay marcha atrás. De nada sirven arrepentimientos, haber llegado hasta el hombro pensando que no iba a pasar nada ha sido un absoluto error.
Es así como vamos con el trato que le damos al Medio Ambiente. Está bien tirarle unas cuantas toneladas más de basura aquí o allá, no pasa nada triturar los bosques para hacer muebles que acaban en la basura, en fin hacerle una serie de barbaridades, un absoluto maltrato y violación de los Derechos de la Naturaleza, no pasa nada, pues el hombro parece que está aún muy lejos. Esta actitud estúpida, robotizada es un chip de autodestrucción en el programa de la cabeza de este idiota homínido.
Por lo tanto, si el chip de la empatía estuviese funcionando a todo tope en estos robots biológicos llamados "humanos" muchas cosas serían distintas. Por ejemplo, si el rico banquero sinvergüenza tuviese empatía no dejaría en la calle a sus deudores ni tampoco el deudor se metería en una deuda hipotecaria para comprar otro piso simplemente porque le dio envidia el ver que a su vecino le estaba yendo bien en el negocio inmobiliario.
EL chip de empatía aparecería incluso en lo que pone sobre la mesa para comer. La empatía le haría ser respetuoso con los animales y plantas que consume, de tal manera que lo haría de una forma que cause el menor daño posible. La empatía le permitiría ponerse en el lugar de aquellos que sufren a la hora de cortarles el cuello para que mueran sangrando lentamente.
La
Tierra sanaría con un hombre empático, despierto y no robotizado. El
hombre sería biofílico en todo el sentido de la palabra. El maltrato hacia la Tierra desaparecería y el curso de su historia cambiaría. Podría sentir que una hierba es tan bella como un bosque y viceversa. La riqueza es nuestras vidas está en la humildad y la sencillez y no en lo contrario. Entonces podría
llamarse hijo de la Luz y no aborto del demonio.
¿Estás dispuesto a ser empático con los seres que parece que no son TÚ pero lo son?
Podemos comenzar luchando para que desaparezca la crueldad contra el hermano pollo (Video 1). Extendámosle una mano empática a uno de los animales más maltratados sobre la Tierra. No permitamos que ocurra esta crueldad. Examinemos a fondo nuestro hábitos de comer.
Video 1. La brutal industria del pollo.
Y también no nos olvidemos de los desamparados de nuestra propia especie. Brindémosles nuestra empatía. Seamos solidarios (Video 2).
Video 2. El abrigo: una historia de caridad.
Referencias
de Waal F. (2009). The Age of Empathy: Nature´s Lessons for a Kinder Society. Harmony Books, New York, NY, USA. 304 p.
Podemos comenzar luchando para que desaparezca la crueldad contra el hermano pollo (Video 1). Extendámosle una mano empática a uno de los animales más maltratados sobre la Tierra. No permitamos que ocurra esta crueldad. Examinemos a fondo nuestro hábitos de comer.
Y también no nos olvidemos de los desamparados de nuestra propia especie. Brindémosles nuestra empatía. Seamos solidarios (Video 2).
Referencias
de Waal F. (2009). The Age of Empathy: Nature´s Lessons for a Kinder Society. Harmony Books, New York, NY, USA. 304 p.
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