Por Heinrich von Wittelsbach-Caracciolo, PhD
20 de febrero de 2012
A los pocos minutos que la primera persona entra en una piscina ya es suficiente para que cambie la química y biología del agua. Cada usuario lleva una carga de materia orgánica e inorgánica que deposita en el agua.
Los humanos son bancos ambulantes de “criptos”, como suele referirseles a los protozoarios (Giardia, Cryptosporidium, etc.), aparte de los millones de bacterias y virus , que llevan en la tripa (Fig. 1).
Figura 1. Diagrama del ciclo de vida de Cryptosporidium. Fuente: DPD.
Cada humano lleva una carga parasítica de 0,99 kilos o más. Hay microorganismos patógenos (Cryptosporidium spp., Escherichia coli, etc.) que pueden vivir en las áreas anal y genital del cuerpo y ser lavados al nadar en las piscinas.
Las personas sueltan partículas de excremento cuando usan las piscinas. La cantidad de bacterias que pueden soltar es astronómica, 1010 por cada gramo de heces.
Algunas personas sufren derrames fecales sin que nadie se entere, despues de un pedo mientras nadan. Quedándoles “el cargamento” atrapado entre las nalgas y el bañador y se despreocupan, esparciendo las partículas de mierda para “beneneficio de todos los demás”.
De nada sirve que, en el caso de niños cuyas sus madres se preocupan de comprarles “pañales o bañadores antiescape fecal”, haya prevención para retener heces o criptos (oocistos de Cryptosporidium) por si acaso ocurre un accidente.
La mierda se escapa y con ella los criptos, según experimentos elaborados en 2009 por los Dres. James E. Ambugey, Roy R. Fielding y Michael J. Arrowood, microbiólogos de la Universidad del Norte de Carolina en Charlotte y los Centros para Control de Enfermedades y Prevención de los Estados Unidos, respectivamente.
Estos investigadores diseñaron microesferas de poliestireno del tamaño (5 μm) de los oocistos de Cryposporidium y en el laboratorio utilizaron aproximadamente 107 microesferas en 30mL de agua ultrapura que fue introducida directamente en los pañales antiescape fecal (PAF) que llevaban puestos los sujetos humanos del experimento. Como control del experimento otras personas llevaban bañadores normales.
Los personas experimentales y los PAF fueron mojados previo al experimento de la simulación de un accidente fecal diarreico. Luego se les pidió a las personas con los PAF que jugaran normalmente en un spa de 200 galones (757 L) provisto de filtros. No se les permitió abandonar el spa durante el experimento. Seguidamente colectaron nueve muestras de agua de la linea de recirculación a lo largo de un periodo de 40 minutos, con cinco muestras tomadas los primeros 5 minutos.
Sus resultados indican que partículas del tamaño (5 μm) de los oocistos del Cryptosporidium se cuelan a través del tejido de los PAF en un 25% a 70% en sólo 2 minutos.
Ninguno de los PAF probados en el experimento rindió efectivamente en al menos 50%, soltando al agua microesferas los primeros 2 minutos. En el caso de los bañadores, un 90% de las microesferas fueron soltadas en el agua en 1 minuto. Por lo tanto, anotaron los investigadores, cuando se trata de 100 millones o más de parásitos en un solo accidente fecal, una reducción de 50% no va a eliminar el riesgo de un brote de enfermedad asociada al agua de las piscinas.
Para eliminar los cistos u oocistos de Cryptosporidium de las piscinas se requiere de procesos y filtros especiales. Y su efectividad es de 37% a 99,95%, quedando aún un 0,05% de margen para los criptos.
Hay muchos microorganismos que sobreviven al tratamiento de clorificación del agua. Giardia y Cryptosporidium, por ejemplo, tienen una resistencia alta al cloro (Tabla 1). Estos dos protozoarios son culpables de muchos brotes de giardiasis y criptosporidiosis, respectivamente, como resultado de accidentes fecales en las piscinas. Generalmente son los niños los más afectados porque tragan más agua en las piscinas.
Tabla 1. Los patógenos de los medios acuáticos y su impotancia en el agua. Fuente: Okafor N (2011). Environmental Microbiology of Aquatic and Waste Systems.
El empleo de arena en las plantas potabilizadoras no es suficiente para purificar el agua. Los poros existentes entre los granos es lo suficientemente grande como para permitir el paso de muchos microorganismos (Fig. 2).
Figure 2. Tamaño del poro entre los granos de arena para filtración de agua. Fuente: Croll BT, Hayes CR, Wright CJ, Williams S & Rowlands D (2011). Optimisation of pool water filtration for Cryptosporidium oocyst removal and new research from Swansea University.
Para eliminar efectivamente el riesgo de enfermedad en el agua de las piscinas se debe recurrir a otros métodos. El tratamiento del agua con ozono y los rayos UV funcionan mejor que el cloro para estos propósitos. Pero ambos carecen del efecto residual del cloro.
Los microorganismos causantes de enfermedades en los medios acuáticos pueden transmitirse por varias rutas: ingestión, inhalación, aspiración y través del contacto con el agua (Fig. 3).
Figura 3. Rutas de transmisión de enfermedades asociadas con medios acuáticos. Fuente: Okafor N (2011). Environmental Microbiology of Aquatic and Waste Systems.
El factor del riesgo de contagio de enfermedades en las piscinas es latente. Los microorganismos proceden de la materia fecal y el aporte microbiótico de las personas (Fig. 4 y Tabla 2).
Figura 4. Riesgo de trasmisión de enfermedades in aguas de piscinas o de recreación. Fuente: Okafor N (2011). Environmental Microbiology of Aquatic and Waste Systems.
Tabla 2. Bacterias no fecales encontradas en las piscinas y las instalaciones recreativas. Fuente: Okafor N (2011). Environmental Microbiology of Aquatic and Waste Systems.
Cualquier derrame fecal es una amenaza para los usuarios de las piscinas. Pero el problema de la contaminación de las aguas de las piscinas por heces humanas no se puede eliminar del todo por la sencilla razón de que los humanos son cochinos.
Los hábitos sucios de las personas después de una evacuación fecal en el baño complican mucho más la química del agua de la piscina. A esto hay que sumarle los adultos con problemas proctológicos, el tipo de bañador, los hábitos sexuales, la anatomía genital, la higiene de los bebés, etc. Todos estos usuarios contribuyen con materia fecal y gérmenes en el agua de las piscinas:
· Mala higiene del ano. Frecuentemente la gente que no se limpia bien el ano después de defecar. Algunos individuos nerviosos, a menudo mujeres multiparíparas, creen que se han “limpiado bien” el ano, pero pasado un rato después de ir al baño escurren materia fecal dándoles una sensación de “ano grasoso” y, dependiendo de los hábitos higiénicos, puede que se limpien o no. Otros cuando evacúan una sola vez por la mañana, al mediodía ya están “mojados” en la zona anal y no se limpian.
· Mala higiene del ano. Frecuentemente la gente que no se limpia bien el ano después de defecar. Algunos individuos nerviosos, a menudo mujeres multiparíparas, creen que se han “limpiado bien” el ano, pero pasado un rato después de ir al baño escurren materia fecal dandoles una sensación de “ano grasoso” y, dependiendo de los hábitos higiénicos, puede que se limpien o no. Otros cuando evacúan una sola vez por la mañana, al mediodía ya están “mojados” en la zona anal y no se limpian.
· Dirección de limpieza anal. Es muy común el pasar el papel sólo una vez, de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante o lo hacen de prisa. Las mujeres suelen limpiarse de adelante hacia atrás para no contaminarse de heces la entrada de la vagina, pero los hombres suelen hacerlo de atrás hacia adelante, con lo cual se contaminan los testículos, y eso si se limpian.
· Zona anal velluda. Algunos adultos tienen mucho pelo en la zona anal y cuando se pasan el papel, sólo esparcen las heces por el ano, formandose “estalactitas fecales”.
· Perforación del papel higiénico. A veces al limpiarse el papel higiénico lo perforan con la uña del dedo y se contaminan de heces la mano y las uñas.
· El agua y heces salpican. Si defecan un pedazo voluminoso sólido el ano y las nalgas serán salpicados por el agua del inodoro. En el caso de personas con diarrea, un chorro disparado con presión y mucho aire choca con las paredes y el agua del inodoro, salpicando el ano y los glúteos.
· Incontinencia fecal. El 1-10% de la población adulta padece de incontinencia fecal; en las mujeres debido a lesiones obstétricas la tasa es 8 veces superior a la masculina. El problema consiste en la incapacidad de controlar las evacuaciones del intestino. Esto provoca una fuga involuntaria de heces del recto en momentos inesperados. Se considera a menudo una desagradable pero inevitable consecuencia de la vejez.
· Esfínter anal defectuoso. Hay personas que tienen un esfinter anal defectuoso que no corta bien el paso de las heces y siempre les queda residuos de materia fecal colgando del ano.
· Fístulas esfinterinas. Personas que tienen fistulas cutaneas, interesfinterinas, transesfinterina o supraesfinterinas pasan heces con mucha facilidad contaminando el agua.
· Prurito anal. Alimentos procesados y/o parásitos intestinales (eg., Enterobius vermicularis) producen irritación en el recto y picazón en el ano o en toda la zona perianal, con lo cual la gente suele rascarse mucho el ano contaminandose la mano y las uñas con materia fecal y huevos de parásitos. En la piscina dejan una doble dosis de contaminación, heces y parasitos.
· Hemorroides. Las hemorroides externas o prolapsadas no permiten una limpieza anal de “raspado” con el papel higiénico por temor al dolor o desangre, permitiendo que las venas varicosas se carguen de partículas fecales que luego son depositadas en la piscina.
· Bañador ajustado. Bañadores como el slip o las braguitas, la parte trasera se les introduce entre las nalgas y al caminar o nadar hay roce, fricción y presión en el ano, incluso sobre las hemorroides si las tienen, ablandando la costra fecal, como resultado sueltan heces por ambos lados del tejido. Si se echan un pedo disparan particulas fecales en dos chorros laterales.
· Sexo anal. Personas que practican sexo anal con poca higiene antes o después del acto se contaminan con materia fecal.
· Pene largo o grande. Si el hombre posee un pene largo, se lo dobla hacia atrás en el bañador para disimularlo y así para evitar bochornos en la piscina. De esta manera el órgano se contamina de materia fecal y actúa como una brocha sobre los testículos y ano esparciendo heces por toda el agua al nadar.
· Cambio de pañales de bebé. Las personas que cambian los pañales de los niños se infectan con microorganismos fecales.
· Tratamiento y aseo de pacientes en hospitales. En los hospitales o clínicas privadas, los médicos, durante el examen y el tratamiento de problemas intestinales y proctológicos de sus pacientes, o las enfermeras y los auxiliares, cuando limpian la zona anal de los pacientes, se contaminan su ropa, manos y brazos, a veces hasta el cuello y la cara, con materia fecal y gérmenes. Lo mismo les ocurre a las personas que visitan a los pacientes, cuando tocan a sus familiares enfermos en la cama del hospital.
Además, la gente no tiene el hábito lavarse las manos con jabón después de ir al baño. Un estudio elaborado por los científicos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical y de la Universidad Queen Mary de Londres indica que la gente miente sobre sus hábitos higiénicos.
Los expertos encontraron que uno de cada seis teléfonos celulares o móviles tenía materia fecal (Figs. 5-7). Esto se debe a que la gente no se lava con jabón después de usar el baño. Aunque el 95% de los encuestados aseguraron que se lavaban las manos con jabón, el 92% de los móviles y el 82% de las manos presentaban bacterias Escherichia coli, un microorganismo de orígen fecal que puede sobrevivir en las manos y en las superficies durantes muchas horas y que se transmite facilmente por el contacto con objetos y alimentos. Un persona sucia contamina con heces las escaleras, las sillas, la ropa o cualquier cosa que toque en la piscina y añade materia orgánica al agua.
Figura 5. Proporción de teléfonos móviles con bacterias (Escherichia coli) procedentes de materia fecal. Fuente: LSHTM, University of London News, 2011 Press Releases.
Figura 6. Proporción de manos contaminadas con bacterias (Escherichia coli) procedentes de materia fecal. Fuente: LSHTM, University of London News, 2011 Press Releases.
Figura 7. Niveles de bacterias de materia fecal (Escherichia coli) encontrados en las manos y los teléfonos móviles. Fuente: LSHTM, University of London News, 2011 Press Releases.
Cada usuario que entra en la piscina deja su rastro fecal en el agua. Generalmente el Homo sapiens lleva una capa de heces (seca o fresca) pegada al ano o zona genital de: 0,o1 a 0,5 gramos (Nivel 1), 0,6 a 0,8 gramos (Nivel 2), 0,9 a 2,0 gramos (Nivel 3), 2,1 a 3,0 gramos (Nivel 4) y 3,1 gramos ó más (Nivel 5). Con lo cual cualquier persona que nade y chapalee un poco hablandará su costra anal con el agua y a los pocos minutos soltará heces con astronómicas cantidades de bacterias (Tabla 3).
Tabla 3. Contaminación fecal y descarga bacteriana de las piscinas por los humanos. Fuente: H. M. von Habsburg, 1989. Bathroom habits of college students and their impact on swimming pools in Missouri. MS, 35 p.
Hábitos de baño
(nivel)
|
Carga fecal del bañista
(zona perianal)
(g/persona)
|
AGUA DE PISCINA (5 X 10 m)
| |
50 personas/día
| |||
Rastro fecal
(g/día)
|
Descarga bacteriana en heces (billones/día*)
| ||
Nivel 1
|
0,01 - 0,5
|
0,5 - 25
|
5 - 250
|
Nivel 2
|
0,6 - 0,8
|
30 -40
|
300 - 400
|
Nivel 3
|
0,9 - 2,0
|
45 -100
|
450 - 1000
|
Nivel 4
|
2,1 - 3,0
|
105 -150
|
1050 - 1500
|
Nivel 5
|
3,1 - 15,0
|
155 - 750
|
1550 - 7500
|
* Carga bacteriana de un humano: 1010/g de heces, según Ketchum PA (1988).
|
Adultos a los que les falla el esfínter anal o niños que se lanzan al agua desde la orilla de la piscina o del trampolín, frecuentemente con el esfuerzo del impulso, se les escapa un pedo y disparan heces, fumigando el tejido del bañador o se les queda “el cargamento” embadurnado en la zona perianal. Eventualmente esta materia orgánica se queda en el agua.
Millones de estos microorganismos aportados por los bañistas (Fig. 8) encuentran en el agua de la piscina condiciones óptimas para su desarrollo, otros sobreviven el tiempo suficiente para producir y facilitar la transmisión de enfermedades, siendo las más frecuentes, infecciones gastro-intestinales, oftalmológicas, cutaneas, otorrinolanringológicas y pulmonares.
Figura 8. Proporciones relativas de algunos organismos que componen la microbiota de de la piel de los humanos. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
En un humano adulto, la densidad de microorganismos en el estómago es relativamente baja (103 a 105 por gramo de contenidos) debido a las enzimas gástricas y el pH acídico. La densidad de los organismos aumenta a lo largo del tubo digestivo, alcanzando 108 a 1010 por gramo de contenidos en el ileum, y 1011 por gramo de contenidos en el intestino grueso.
El 20% de la masa fecal consiste de muchas variedades de bacterias, de los cuales más del 99% son anaeróbicas. La especie de bacteria Bacteroides constituye un gran porcentaje del contenido del intestino grueso.
En una sóla sesión de piscina, la contaminación bacteriana aportada al agua por una persona con hábitos de baño de Nivel 1 (ver Tabla 3) es: 100-5.000 millones por gramo de heces, destacándose microorganismos como Escherichia coli, Proteus mirabilis, Staphylococcus, Streptococcus (S. salivarius, S. equinus, S. bovis), Enterococcus (E. faecalis, E. faecium, E. durans, E. aerogenes), Enterobacter, Krebsiella, Pseudomonas, Bacteroides (B. caccae, B. thetaiotaomicron, B. vulgatus, B. uniformis, B. ovatus, B. eggerthii, B. distasonis, B. fragilis), Clostridium (Cl. septicum, Cl. ramosum, Cl. sporogenes, Cl. butyricum, Cl. innocuum, Cl. sordelli, Cl. difficile, Cl. bifermentans, Cl. Perfringens, Cl. indolis), Lactobacilus (L. acidophilus, L. casei, L. brevei, L. salivarius, L. plantarum, L. crispatus, L. gasseri, L. ruminis, L. paracasei, L. rhamnosus, L. delbrueckii), Actinomyces (A. odontolyticus, A. naeslundii), Propionibacterium (P. avidum, P. acnes), Fusobacterium (F. mortiferum, F. necrephorum, F. varium, F. nucleatum), entre otros (Tabla 4).
Tabla 4. Las especies de los géneros más comunes presentes en las heces humanas. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
La mujeres también aportan microorganismos al agua de la piscina (Tabla 5). Los órganos genitales femeninos están en contacto frecuente con secreciones vaginales, orina, menstruación y sudor, y al ser una zona poco ventilada, la humedad generada por estos desechos no se evapora por completo, convirtiendola en un “caldo de cultivo” para bacterias.
Tabla 5. Lista parcial de los microorganismos detectados en una o más regiones del sistema reproductivo femenino humano. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
La secreción vaginal contiene células epiteliales, eritrocitos, leucocitos, bacterias abundantes y hongos. El hongo Candida albicans es común en las mujeres, sobre todo las que toman anticonceptivos y usan ropa de tejidos sintéticos (licra, poliester) o demasiado ajustada.
El moco vaginal de la mujer contiene bacterias tales como Bacteroides ureolyticus, Fusobacterium nucleatum, Gardnerella vaginalis, Escherichia coli, Mobiluncus curtisii, Prevotella (P. disiens, P. bivia, P. melaninogenica), Leptobacillus (L. iners, L. crispatus, L. jensenii, L. acidophilus, L. gasseri), Atopobium vaginae, Staphylococcus aureus, Streptococcus (S. agalactiae, S. anginosus), Peptoniphilus harei, Actinomyces urogenitalis, hongos (Candida albicans) y protozoarios (Trichomonas vaginalis), etc.
Los hombres también contribuyen una buena quota de microorganismos al agua de las piscinas (Tabla 6 y Fig. 9). En la uretra de los hombres existen diversas sustancias que sirven como nutrientes a una abundante microbiota. Entre las sustancias están urea, ácido úrico, ácido cítrico, espermina, glucógeno, glucosa, fructosa, amino ácidos, creatinina, lípidos (esfingomielina, fosfadatil etanolamina,etc.), mucinas y varios iones de calcio, potasio, magnesio, sodio, cinc, sulfato y fosfato.
Tabla 6. Lista parcial de los microorganismos detectados en la uretra masculina de humanos. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
Figura 9. Bacterias aeróbicas y anaeróbicas facultativas aisladas de tres diferentes regiones de la uretra de 30 hombres adultos. La figura muestra la composición de la microbiota cultivable en cada lugar y la proporción de los varones colonizados por cada microorganismo en cada región. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
El glande del pene es un ambiente rico en lípidos y esmegma, la cual consiste aproximadamente de 13% proteína y 27% grasas. Estas sustancias son fuente de alimento para miríadas de microbios.
En los hombres no circuncidados, el prepucio disminuye la pérdida de humedad y reduce la descamación, con lo cual el espacio prepucial, la zona entre el glande del pene y el prepucio, se convierte en un bolsillo cálido, húmedo, con un pH neutral o un poco alcalino y contenido de oxígeno reducido. Además, el paso frecuente de la orina con su alto contenido en oxígeno, hace de la uretra una región aeróbica.
Las fugas de orina de los varones arrojan millones de microbios en la piscina. Los organismos detectados en la uretra masculina incluyen Dermabacter hominis, Enterococcus faecalis, Enterobacter cloacae, Escherichia coli, Eubacterium spp., Acinetobacter calcoaceticus, Staphilococcus spp., Streptococcus spp., Actinomyces spp., Anaerococcus spp., Bacteroides spp., Clostridium spp., Corynebacterium spp., Fusobacterium spp., Gardnerella vaginalis, Haemophilus spp., prevotells spp., Proteus mirabilis, Propionibacterium spp., Turicella otitidis, Veillonella spp., Porphyromonas gingivalis, Mycoplasma spp., Finegoldia magna, Eikenella corrodens, Lactobacillus spp., Ruminococcus productus, Ureaplasma spp., Chlamidia tracheomatis, entre otros.
La actividad sexual aumenta la complejidad de la flora uretral de los hombres. La copula sexual produce un incremento en la presencia de Gardnerella vaginales, Streptococcus agalactiae, Mycoplasma spp., Ureaplasma urealyticum y Veillonella parvula, mientras que otras bacterias como Staphilococcus aureus, Streptococcus spp. y Actinomyces spp. se vuelven menos frecuentes.
Muchos de los microorganismos que prevalecen en la uretra de hombres sexualmente activos forman parte de la microbiota vaginal de las mujeres, por ejemplo Gardnerella vaginalis, Streptococcus agalactiae y Ureaplasma urealyticum.
La microbiota del glande del pene varía dependiendo de varios factores, como son la calidad de higiene genital, la condición del prepucio (con o sin circuncisión) y el tipo y la frecuencia de la actividad sexual del hombre.
En los individuos circuncidados, la microbiota presenta menos diversidad y es comparable a la que se encuentra en las regiones cutáneas ricas en glándulas cebáceas. Por otra parte, los varones que no están circuncidados tienen un bolsillo prepucial (espacio entre el glande y el prepucio) con un microambiente anaeróbico, cálido y húmedo. La sustancia llamada esmegma se acumula en este bolsillo, proporcionando una fuente rica en lipidos a los microorganismos. Staphilococcus aureus, Candida albicans, Malassezia globosa y otras bacterias anaeróbicas ocurren con mucha frecuencia en estas condiciones.
Los ojos de los bañistas aportan contaminación al agua de una piscina (Fig. 10). Cada persona que se introduce en una piscina contribuye con proteinas y otras sustancias de sus lágrimas y con microorganismos de su microbiota ocular, dejando en el agua lo que se denomina un rastro ocular.
Figura 10. Frecuencia de detección de varios microbios en la conjuntiva de adultos humanos saludables. Los datos muestran valores promedios derivados de los resultados de 17 cultivos con 4623 individuos de muchos países. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
Las lágrimas contienen sustancias tales como glucosa, urea, albúmina, prealbúminas, sialinas, glucoproteínas, inmunoglobulinas, lisozimas, β-lisina, lactoferrinas, lactoferricinas, transferinas, β-defensina, hepcidina, lacotperoxidasas, caeruloplasmina, amino ácidos, lactatos, colesterol, lípidos, amilasas, factor de crecimiento epidermal, ceras, ésteres, antiproteinasas, etc., y iones de sodio, cloro, magnesio, potasio, calcio y carbonatos.
La microbiota ocular normalmente consiste de bacterias Streptococcus (S. oralis, S. sanguinis, S. pneumoniae), Propionibacterium acnes, Staphilococcus (S. epidermidis, S. aureus), Corynebacterium spp., Haemophilus influenzae, Micrococcus luteus, Lactobacillus spp., entre otras.
También los bañistas sueltan adenovirus de los ojos y la garganta en el agua de la piscina. Estos microorganismos son responsables de la conjuntivitis de piscina.
Los usuarios de las piscinas aportan miles de millones de bacterias de su cavidad oral al agua (Fig. 11). De las 700 especies bacterianas que son colonizadoras de la cavidad oral de los humanos, se estima que entre 100 a 200 especies están siempre presentes en un individuo sano en cualquier etapa de su vida.
Figura 11. La microbiota oral de 225 adultos humanos. Cada figura representa el porcentaje del conteo de ADN de las muestras y no necesariamente representa la proporción de los microorganismos. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
Los géneros de bacterias predominantes en la cavidad oral incluyen Streptococcus (S. mutans, S. sanguis), Staphylococcus, Propionibacterium, Peptostreptococcus, Kingella, Actinomyces, Haemophilus, Neisseria, Eubacterium, Lactobacillus, Fusobacterium, Abiotrophia, Atopobium, Gemella, Rothia, Granulicatella, Veillonella, Porphyronomas, Prevotella, Treponema, Spirochaeta, Bifidobacterium, Eikenella, Capnocytophaga, Leptotrichia, Corynebacterium y Mycoplasma. Y hay ciertas diferencias entre los sexos, por ejemplo, la proporción de Prevotella intermedia es más alta en las hembras que en los varones adolescentes, lo cual se debe probablemente a las mayores concentraciones de estradiol y progesterona.
La saliva contiene entre 10.000 a 1 billón de microorganismos por mililitro, siendo las más comunes Streptococcus, Lactobacillus, Veillonella, Bacteroides, Staphylococcus, Corynebacterium y bacilos fusiformes (Fusobacterium) y espiroquetos (Spirochaeta), muchos de los cuales se combinan para dar origen a enfermedades como gingivitis.
Antes de la erupción de los dientes, Streptococcus sanguinis está ausente en los niños, mientras que en los adultos esta bacteria es uno de los organismos dominantes en la cavidad oral.
Después de la pubertad, la prevalencia de las bacterias Prevotella intermedia, Prevotella loeschii y Prevotella melaninogenica aumenta en las espacios gingivales. En las personas mayores o ancianos se vuelven más comunes los estafilococcus y las enterobacterias.
Los fluidos nasales de los bañistas son contaminates inevitables del agua de las piscinas (Fig. 12). Estos fluidos contienen secreciones de la mucosa nasal y de glándulas submucosas, el transudado de los vasos sanguíneos, los productos de células que conforman la mucosa (células plasmáticas, linfocitos, etc) y lágrimas, las cuales entran a través de los ductos nasolacrimales.
Figura 12. Frecuencia de detección de varios microorganismos en el vestíbulo nasal. Los datos proceden de 1078 individuos adultos y niños de varios países. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
Un humano produce cada día un total de 20-100 mL de fluido nasal, el cual consiste principalmente de agua (90-95%), mucinas y proteínas. Más de 1000 diferentes proteínas han sido detectadas en el fluido nasal, pero sólo la mitad han sido identificadas.
Cada una de las regiones del tracto respiratorio superior está colonizado por una amplia gama de microbios. Las bacterias más frecuentemente detectadss son Streptococcus pneumoniae, Streptococcus pyogenes, Staphylococcus aureus, Haemophilus spp. Moraxella spp., Corynebacterium spp., Prevotella spp., Propionibacterium spp., Porphyromonas spp., Mycoplasma spp., Ureaplasma spp. y Kingella kingae. Todos estos microbios están presentes en el fluido nasal de los usuarios de piscinas.
Se ha observado que la carga de Staphylococcus aureus en la nariz es más alta en los hombres que en las mujeres. En los niños, los varones llevan más microbios de esta especie que las hembras en la nasofaringe.
La nasofaringe de los niños está dominada por Moraxella catarrhalis, Streptococcus pneumoniae y Haemophilus influenzae, mientras que en los adultos estos organismos se encuentran en menores concentraciones.
La prevalencia de Neisseria meningiditis es menor en los niños que en los jovenes adultos. En los ancianos ocurre una mayor colonización de la orofaringe por bacterias de los géneros Krebsiella, Enterobacter y la especie Escherichia coli, encontrándose también presente el hongo Candida albicans.
El oido externo de los bañistas también tiene microorganismos y cera que son depositados en el agua de la piscina (Figura 8). Los generos de bacterias más comunes de la microbiota del canal auditivo son Corynebacterium (C. otitidis, C auris), Mycobacterium, Micrococcus, Turicella (T. otitidis), Malassezia, Alloiococcus (A. otitis), Tilletiaria (T. anomala), Propionibacterium (P. acnes)y Staphylococcus (S. auricularis).
Las glándulas cebáceas y sudoríparas apocrinas del conducto auditivo externo producen la cera (cerumen), una sustancia viscosa que contiene células cutaneas muertas, queratina (60%), ácidos grasos insaturados (12-20%), alcoholes, esqualeno y colesterol (6-9%).
La piel de los humanos es un verdadero zoológico de microorganismos. Entre los géneros de bacterias encontrados en la piel con más frecuencia tenemos Staphilococcus, Corynebacterium, Propionibacterium, Micrococcus, Acinetobacter, Malassezia(Fig. 13). Cualquier bañista que se introduce en el agua de la piscina suelta millones de bacterias, además de ácaros y virus.
Figura 13. Frecuencia de detección de microbiota en varios lugares de la piel de los humanos. Fuente: Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective.
Los adolecentes que frecuentan las piscinas dejan su porción de microorganismos procedentes de sus barros o espinillas de la cara o pequeñas infecciones en la piel. Estos problemas cutaneos son a menudo causados por la bacteria Micrococcus pyogenes.
Entre los virus, los rotavirus causan gastroenteritis en niños y los norovirus producen diarrea viral en los adultos. Los virus no se pueden multiplicar en el agua y su presencia en las piscinas se debe a contaminación fecal por las personas.
Por regla general no se efectuan pruebas para detectar la presencia de virus en las piscinas y se supone que la aplicación de desinfectantes resuelve este problema. Pero de vez en cuando surgen brotes de enfermedades virales asociadas con las piscinas causadas por derrames fecales o vómito de niños. En estos casos, para proteger la salud del público, lo mejor es cerrar la piscina y aplicarle desinfectantes hasta que los microbios hayan sido eliminados.
Las piscinas repletas de niños y adolescentes son continuamente cargadas con orina, heces y sudor. Una sóla persona introduce 250 mL/hora de orina y sudor a la piscina.
Un litro de orina contiene normalmente agua, 10 mg de cloruro de sodio y dos productos tóxicos: urea (25 g) y el ácido úrico (0,5 g). La proporción de urea aumenta con régimen alimenticio de carne y disminuye con un régimen vegetariano.
El cloro del agua reacciona con el grupo funcional de la urea y producen monocloramina (NH2Cl), dicloramina (NHCl2) y el cloruro de tricloramina (Ncl3) llamado simplemente tricloramina (TCA). El más peligroso de los tres, el TCA tiene un fuerte olor, posee poca solubilidad en el agua y es muy volátil con una presión de vapor de 150mm/Hg, con la característica que se escapa de las soluciones acuosas.
El TCA es tóxico, muy irritante para los ojos y las membranas mucosas del sistema respiratorio. Es el gas que imparte el distintivo olor a cloro a las piscinas o al agua potable que sale de los grifos.
Debido a su baja solubilidad en el agua y a su alta presión de vapor, el TCA rapidamente se escapa de la superficie del agua hacia la atmosfera encima de la piscina y causa problemas sanitarios.
En piscinas cubiertas, el TCA presenta problemas para los bañistas si el edificio no cuenta con una ventilación bien diseñada para eliminar este gas. A veces la tiene pero no permiten la entrada de aire fresco para ahorrar energía eléctrica.
El TCA en el aire produce asma incluso en personas que no entran en la piscina. Exposición excesiva al TCA durante la niñez puede dañar los pulmones de los niños, causando cambios que les predisponen a desarrollar asma y bronquitis para toda la vida.
La producción de cloroaminas, incluyendo a la TCA, depende del pH del agua, la proporción de cloro-amonio-nitrógeno y la temperatura y el tiempo de contacto. Un pH de 7,5 a 9,0 es el óptimo para la formación de monocloramina, con el ideal siendo un pH de 8,3. Un pH inferior favorece la formación de dicloramina (pH 4-6) y la del TCA un pH mayor a 4,4.
Una proporción de cloro-amonio-nitrógeno de 3-5:1 es la óptima para monocloramina, una proporción de 5:1 a 7,6:1 favorece la producción de dicloramina, y a proporciones mayores aparece la TCA.
Adicionalmente, el cloro puede combinarse con el nitrógeno de la materia fecal, las secreciones nasales, la proteína (caspa, pelos, células muertas, etc.), las partículas de algodón de la ropa, las cremas, los protectores solares y otras sustancias orgánicas contribuidas por los bañistas.
Las personas que acuden a orillas de la piscina sólo para hablar tambien aportan materia orgánica: saliva, secreciones nasales de estornudos, el polvo de la ropa y los pies, sustancias que al final acaban en el agua. Estas reacciones producen DBPs en el agua, especialmente los THM y HAA.
En la mayoría de los casos las facilidades no cuentan con pediluvios o si los hay la gente no los utiliza, lo que permite que toda la tierra adherida a los pies o chanclas al caminar en la hierba o sobre el cemento o, en el caso de los niños, al correr sobre la hierba, sea depositada en la piscina. Cualquier material que contenga sustancias orgánicas pueden servir de precursores a los DBPs.
Resumiendo, la química y biología del agua de las piscinas la cambia la misma gente (Homo “sapiens”) que las utiliza. Para reducir la contaminación fecal y cutánea de los bañistas, cada persona debería ducharse y lavarse con jabón el cuerpo, prestando minuciosa atención al ano y luego pasar un test con un perro (test anal canino) entrenado para distinguir anos sucios, antes de entrar a una piscina. Para aquellas personas que les gusta diseñar aparatos electrónicos, un cacómetro ofrece muchas posibilidades de mercado. Un cacómetro sería ideal para que no se cuele a la piscina ningún usuario con el ano cargado de heces.
Está claro que todo lo toca el humano lo contamina. Las piscinas no son la excepción. No son los animales los que contaminan estas áreas recreativas. Los sucios son los humanos, los terápsidos bípedos desalmados.
Cualquier “vieja” maniática por “la limpieza” y absolutamente anti-animal o anti-plantas tan comunes en países como España, antes de quejarse por algún gato u otro animal que por casualidad se cruzó cerca de una piscina, debería mirarse y limpiarse bien el culo y sus arrugas, antes de meterse al agua y soltar heces y millones de microbios.
Hay casos en que estas “personas" (más parecen diablos) se han quejado tanto que los pobres animales han sido exterminados por los porteros de los residenciales o comunidades.
Conocemos de un caso que ocurrió en un residencial de Jaca (Huesca, España) hace un par de años, en el cual el portero asesinó unos gatitos recién nacidos. Los metió en una bolsa de plástico para que murieran lentamente asfixiados.
Estos casos no son aislados, cada verano ocurren cientos de estos incidentes en las comunidades de vecinos en este país ibérico, particularmente en aquellas que poseen piscinas. Las leyes de protección animal son aún flojas o no se aplican. Y los encargados de sanidad frecuentemente ponen el carro antes de los caballos.
Los propietarios de los edificios suelen ser mafiosos, narcolavadores. Pero como dice la canción Mundo Imposible de Los Supersónicos, "que si tanto tienes tanto más valdrás y serás más decente". La gente ama lo decadente e idolatra los canallas cargados de plata en cualquier sociedad. Después de todo se fijan más en el culo de la gente que en su corazón.
Es la pura verdad. The plain truth.
En la próxima entrega trataremos la contaminación y el tratamiento de potabilización del agua, los DBPs y otros aspectos asociados con piscinas.
Al lector interesado se le recomienda leer la primera parte de este reporte, EL AGUA CLORADA DE LAS PISCINAS: UN RIESGO PARA LA SALUD (I), disponible aquí.
Referencias
Amburgey JE, Fielding RR & Arrowood MJ (2009). Filtration Removals and Swim Diaper Retention of Cryptosporidium in Swimming Pools. Swimming Pool & Spa International Conference 2009 - London, Paper 6.3, 12 p.
Chalmers R, McCann R, Lowe G, Modi A, Stiff R, Cleary P, Oyinloye A, Lamb P, Sewell C, Jones S, Elliott M, Calvert J, Riley R, Nichols G & Elliott C (2011). Guidance for the investigation of Cryptosporidium linked to swimming pools. Public Health Wales, Document CRUGUID 102.1, 66 p.
Clancy JL, Linden KG & McCuin RM (2004). Cryptosporidium Occurrence in Wastewaters and Control Using UV Disinfection. IUVA News, 6 (3): 10-14.
Croll BT, Hayes CR, Wright CJ, Williams S & Rowlands D (2011). Optimisation of pool water filtration for Cryptosporidium oocyst removal and new research from Swansea University. PWTG, 35 p.
Emelko MB (2003). Removal of viable and inactivated Cryptosporidium by dual- and tri-media filtration. Water Research, 37: 2998-3008.
Feng YY, Ong SL, Hu JY, Song LF, Tan XL & Ng WJ (2003). Effect of Particles on the Recovery of Cryptosporidium Oocysts from Source Water Samples of Various Turbidities. App. Environ. Microbiol., 69 (4): 1898-1903.
Hayes CR, Croll BT, Wright C, Rowlands D, Anex C & Henley H (2009). Removal of Cryptosporidium oocysts by filtration in the treatment of swimming pool waters. Swimming Pool & Spa International Conference 2009 - London, Paper 1.3, 10 p.
Ketchum PA (1988). Microbiology: Concepts and Applications. John Wiley & Sons, 795 p.
Kramer MF, Vesey G, Look NL, Herbert BR, Simpson-Stroot JM & Lim DV (2007). Development of a Cryptosporidium oocyst assay using an automated fiber optic-based biosensor. J. Biol. Eng., 1, 11 p.
LaKind JS, Richardson SD & Blount BC (2010). The Good, the Bad, and the Volatile: Can We have Both Healthy Pools and Healthy People? Environ. Sci. Technol., 44: 3205-3210.
LeChevallier MW, Norton WD & Lee RG (1991). Giardia and Cryptosporidium spp. in Filtered Drinking Water Supplies. App. Environ. Microbiol., 57: 2617-2621.
London School of Hygiene & Tropical Medicine, University of London (2011). Contamination of UK mobile phones and hands revealed. LSHTM, University of London News, 2011 Press Releases, Friday, 14 October 2011. 3 p.
National Swimming Pool Foundation (2009). How Well Do Swim Diapers Work? Prevention Advisor, January 2009. 2 p.
Okafor N (2011). Environmental Microbiology of Aquatic and Waste Systems. Springer, 307 p.
Scott DJ (2008). Cryptosporidium and Particle Removal from Low Turbidity Water by Engineered Ceramic Media Filtration. M. Sc. Thesis, University of Waterloo, Ontario, Canada. 264 p.
The Environmental Protection Agency (2011). Cryptosporidium Sampling & Monitoring. EPA Drinking Water Advice Note, Advice Note Nº 9: 1-56.
Wilson M (2008). Bacteriology of Humans. An Ecological Perspective. Blackwell Publishing, 351 p.
World Health Organization (2009). Water Safety Plan Manual. Step-by-step risk management for drinking-water suppliers. 102 p.
NB. Si os ha gustado este artículo de IBIES, por favor recomendadlo a vuestros amigos. Gracias.
↓
Magnífico artículo
ResponderEliminar