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sábado, 25 de febrero de 2012

EL AGUA CLORADA DE LAS PISCINAS (I): UN RIESGO PARA LA SALUD

Por Heinrich von Wittelsbach-Caracciolo, PhD
12 de febrero de 2012

La natación es una actividad sana pero tiene riesgos sanitarios a los que nos exponemos si nadamos en una piscina de agua clorada (Fig. 1): microorganismos patógenos y agentes de desinfección y sus subproductos. La recién pasada fuga nuclear (Fukushima, Japón) ha aumentado el riesgo en piscinas al aire libre.

                   Figura 1. Niños sumergidos en una piscina de agua clorada. (Fuente: Pool & Spa Master).



El agua clorada de las piscinas es un caldo tóxico, de química muy compleja. Su conocimiento está aún en desarrollo. Su uso está revelando graves riesgos médicos relacionados con los subproductos de desinfección (DBPs), compuestos formados  por la interacción del cloro con las sustancias naturales del agua y con la materia orgánica aportada por los usuarios de la piscina (Tabla 1 & 2).


Tabla 1. Cloro residual, cloramina y niveles de trihalometanos (THMs) en las piscinas. Fuente: Richardson SD et al. (2010). What´s in the Pool? A Comprehensive Identification of Disinfection By-products and Assessment of Mutagenicity of Chlorinated and Brominated Swimming Pool Water.
                  
                                  
            


Tabla 2. DBPs identificados en las aguas de piscinas. Fuente: Richardson SD et al. (2010). What´s in the Pool? A Comprehensive Identification of Disinfection By-products and Assessment of Mutagenicity of Chlorinated and Brominated Swimming Pool Water.

                      



Entre los problemas médicos más comunes se destacan asma (especialmente en los niños y los atletas olímpicos), prurito conjuntival, enfermedades pulmonares, infección de oído y cáncer de vejiga.

Los DBPs se volatilizan fácilmente de la superficie del agua, consecuentemente la inhalación es una importante ruta de exposición para los nadadores y salvavidas, incluso cualquier persona presente en las piscinas interiores. La haloketonas pueden atravesar la piel e irritarla, causando el mismo efecto en los ojos y las membranas mucosas.

Los bebés y niños de corta edad al ser expuestos a agua clorada (en la piscina, la ducha o el baño) a través de todas las rutas (ingestión, inhalación y dermal) doblan el riesgo de cáncer de vejiga, en particular aquellos con el gen GSTT1-1, lo que sugiere un mecanismo que implica una penetración de trihalometanos  (THM, un DBP) a la vejiga donde el gen cambia a mutagénico.

El investigador Alfred Bernard, de la Unidad de Toxicología de la Universidad Católica de Lovaina, señala que un niño propenso a afecciones pulmonares que acude durante dos años a razón de una hora por semana a una piscina clorada ve aumentar este riesgo un 60%. Las mujeres embarazadas pueden tener un parto forzoso al ser expuestas a DBPs en las piscinas de agua con cloro.

Los científicos Kogevinas et al. (2010) han llevado a cabo un estudio con adultos que nadan en piscinas de aguas cloradas para determinar si o no la exposición a los DBPs en el agua resultan genotóxicos. El estudio fue llevado a cabo en una piscina interior de 25 m de longitud localizada en Barcelona (España), durante cuatro meses (mayo, junio, septiembre y octubre) en 2007.

Ellos tomaron muestras de sangre, orina y aire exhalado de 49 personas adultas no fumadoras antes y después de nadar en una piscina interior de aguas cloradas. Calcularon asociaciones entre las concentraciones de cuatro THMs (cloroformo, bromodiclorometano, clorodibromometano y tribromometano, también denomindao bromoformo) en el aliento exhalado y cambios en micronucleos (MN) y daño de ADN en los linfocitos sanguineos periferales antes y después de 1 hora de nadar. Realizaron pruebas de mutagenicidad de orina antes y 2 horas después de nadar y por último examinaron los MNs en las células uroteliales (células que revisten la vejiga urinaria) exfoliadas antes y después de 2 semanas de nadar.

Los resultados mostraron que la concentración total de cuatro THMs en el aliento exhalado era siete veces mayor que antes de nadar. Hubo un incremento de linfocitos micronucleados después de nadar asociado a altas concentraciones de THM brominados pero no de cloroformo. Los cuatro THMs son producto de la interacción del cloro con las sustancias orgánicas en el agua.

Asimismo encontraron que mutagenicidad urinaria había aumentado después de nadar, en asociación con la alta concentración de bromoformo exhalado.

Su conclusión fue que los resultados de su investigación apoyaron los efectos potenciales genotóxicos de la exposición de DPBs al nadar en piscinas de agua con cloro. Es decir, que cualquier persona que nade en una piscina de esas condiciones está expuesta a los efectos genotóxicos del agua clorada.

Por otro lado, se ha demostrado que la intensidad de los ejercicios de natación y el número de sesiones aumenta el riesgo de exposición a DPBs en la piscina de aguas cloradas.  Lindstrom et al. (1997) estudiaron muestras de aliento alveolar de atletas de natación para competencias y las asociaron a la exposición de THMs en una piscina cubierta.

Sus resultados demostraron que, durante los ejercicios de natación, hubo un incremento rápido de dos THMs (cloroformo y bromodiclorometano) en el aliento.  En tan solo ocho minutos de ejercicios, la concentración del cloroformo del aliento sobrepasó los niveles de concentración de la misma sustancia en el aire del edificio. La absorción de los DBPs en estos nadadores se produjo vía transdermal (a través de la piel) en mayor cantidad que la vía pulmonar, incrementada por los largos períodos de inmersión en el agua clorada.

Esto indica que una ventilación mejorada de un edificio para piscinas interiores no es suficiente  para evitar la exposición a los DBPs, ya que el mayor peligro se encuentra en el agua.

Hay centenares de estudios que demuestran la toxicidad de los THMs encontrados en las piscinas de agua clorada. No necesitamos ser expertos químicos para concluir que estos compuestos no forman parte de nuestro entorno natural. No somos bacterias quimiotróficas, no hemos sido diseñados evolutivamente para interactuar con este tipo químicos. A pesar de todos nuestros esfuerzos científicos se nota una extrema ignorancia en nuestra especie, y estupidez por seguir falsos cánones de moda impuestos por intereses económicos oscuros.

No importa que te asfixies o te mueras de cáncer por usar piscinas de aguas cloradas, lo que sí importa es la ganancia en el banco. Después de todo, los ayuntamientos manejan una ciudad como una empresa. Y en ocasiones acaban en asfixia económica. Generalmente son mal administradores y ladrones.

Toda una industria, mitos  y manías se han creado alrededor del mundo de las piscinas. Las competencias de natación de los Juegos Olímpicos de 1896 pusieron de moda este deporte. Poco a poco fue creciendo. En 1952 la película "La Primera Sirena " (Million Dollar Mermaid) convirtió el poseer una piscina en casa en un símbolo de status.

El siguiente paso fue verderle a la gente lo saludable que es la natación. El resto es de todos conocido. Como todo, el negocio de las piscinas ha sido montado para los borregos humanos.

Hoy día el sector de las piscinas es una industria que mueve solo en España un volumen de negocio de más de 1.300 millones de euros anuales, incorpora a más de 2.000 empresas y emplea a unas 12.500 personas directas y 50.000 indirectas, según datos de la Asociación de Fabricantes de Equipos, Productos Químicos y Constructores de Piscinas, ASOFAP, y de la Asociación Española de Industriales y Técnicos de Piscinas e Instalaciones Deportivas, ATEP. El número de piscinas instaladas en este país ibérico sobrepasa los 1,1 millones de unidades. Pero con la caída de la burbuja inmobiliaria se fue al garete la gallina de los huevos de oro.

En las piscinas comunitarias o las públicas se hace difícil conseguir una calidad de agua constante durante todo el día debido a la gran cantidad de bañistas que la usan y modifican químicamente.

Para ese propósito se echa mano de productos químicos. Pero mantener el agua de piscinas en “buen estado de salud” es un juego de malabaristas.

Aparte del cloro, se le añade al agua diversas sustancias químicas (frecuentemente añadidas sin medir) peligrosas para la salud: agentes desinfectantes, estabilizadores de cloro (ácido cianúrico o isocianúrico), reguladores de balance químico, productos filtrantes, agentes floculantes, algicidas (e.g., pastillas de Bromo-cloro-dimetilhidantoina, etc), agentes coagulantes (e.g., Goldenflok, etc.), reductores de tensión superficial del agua (e.g., PM-670 Fast Down, etc.), recuperadores de agua (e.g., PM-643 Ultra Clear, etc.), productos para invernaje (eg., Catagen PS Invierno, etc.) y un montón de auxiliares químicos.

De los anteriores llama la atención el ácido cianúrico (1,3,5-triazina-2,4,6-triol), el cual está permitido en muchos paises, otros lo prohiben. En los que se permite está regulado con un límite de 100 ppm, recomendándose que se mantenga entre 30 y 50 ppm y que se realice una prueba de su concentración (prueba CyA) al menos una vez al mes.

Básicamente se agrega como se necesite y si su nivel sobrepasa los 100 ppm, se debe bajar inmediatamente. No hay químico para esto, es mejor vaciar la piscina un poco o totalmente. Niveles altos de ácido cianúrico conducen a un incremento de las algas en el agua.

Este ácido sirve para estabilizar el cloro en el agua de piscinas exteriores y spas. Su función es evitar que los rayos UV del sol destruyan el cloro residual.

El cloro residual dura unas cuatro veces más si la concentración del ácido cianúrico es de 35 mg/L y 1 a 3 mg/L de cloro. A mayor concentración del ácido (unos 35 mg/L) y a un pH de 7,0 del agua de la piscina, el cloro residual disminuye su poder desinfectante. Si el cloro residual disminuye debajo del nivel recomendado crea un ambiente propicio para las enfermedades que se pueden transmitir entre los bañistas.

Los usuarios de piscinas ingieren el ácido cianúrico al nadar en el agua, o lo absorben a través de la piel. Aunque está considerado como “esencialmente de baja toxicidad”, se sabe que causa daño a los riñones, produce cáncer y tiene el potencial de ser ontogenotóxico, por lo tanto es mejor adoptar la Cero Tolerancia con este químico.

Este ácido se utiliza también en herbicidas, en la producción de melamina y  de gomaespuma. Es también un químico intermedio en la degradación bacteriana de melamina y en la producción de lejía y agentes blanqueadores.

La combinación de ácido cianúrico con melamina es peligrosa, produce cálculos renales, posibilitando la muerte por fallo renal. La melamina se utiliza en la fabricación de muchos productos (plásticos, productos de limpieza, pegamentos, vajillas, etc.) También forma parte de polisulfonados, plastificantes que le dan al hormigón una alta resistencia.

Asimismo, se encuentra en una variedad de productos lácteos. La ingestión de melamina ha causado muerte de niños en China y el incidente de la comida de mascotas en 2007 en los Estados Unidos.

Para desinfectar el agua también se utiliza la cloramina, una sustancia formada combinando cloro con amoníaco. Es más débil que el cloro pero es más estable con lo cual su capacidad desinfectante se extiende por todo el sistema de distribución del agua, el conjunto de tuberías y tubos que transportan el agua de la planta potabilizadora a los hogares.

El uso de la cloramina tiene sus problemas, resulta más difícil calibrar los niveles de concentración que el cloro. Si no se tiene cuidado en controlar y monitorear apropiadamente el nivel de cloramina, puede causar efectos adversos como la corrosión de los caños o nitrificar (la conversión de amoníaco a nitrito y luego a nitrato) el sistema de distribución.

Cuando se usa es necesario mantener un nivel pH de 7, 2 a 7,8 para mantener bajo control la formación de doble cloramina (dicloramina) o triple cloramina (tricloramina). Arriba del nivel pH de 7,8 o debajo del pH de 7,2 también pueden producir DBPs. Estas sustancias son muy tóxicas.

La cloramina irrita los ojos, la nariz, la garganta y las vías respiratorias, causando ataques de asma. Esta sustancia, igual que el cloro del agua de las piscinas, causa desgaste del esmalte de los dientes y disuelve los empastes dentales que contienen mercurio.

Otros desinfectantes de agua incluyen el ozono, el bromuro, sales de plata y el cobre. El más prometedor de estos métodos es el ozono.

La piscinas exteriores o interiores son generalmente sistemas cerrados donde el agua se mantiene en recirculación (Fig. 2) y está sometida a una constante carga de sustancias orgánicas procedentes de los bañistas. La materia aportada por los usuarios no es eliminada eficiente y completamente por el sistema de filtración, por lo tanto tiende a acumularse.




Figura 2. Sistema convencional del tratamiento del agua de una piscina. Adaptado de: Zwiener C, Richardson SD, de  Marini DM, Grummt T, Glauner T & Frimmel FH (2007). Drowning in Desinfections Byproducts? Assessing Swimming Pool Water.



Si la piscina está situada al aire libre, la química del agua también se ve afectada por los rayos solares. También está expuesta a la lluvia, la cual deposita en el agua una amplia gama de sustancias orgánicas: particulados de fábricas, gases de la combustión de vehículos y aviones, cenizas y carbón de las incineradoras, etc. El viento acarrea hojas, semillas, polen, insectos, ácaros, arañas, etc., los cuales pueden accidentalmente caer en el agua. Y el agua misma lleva algas y materia orgánica desde donde se origina hasta que llega a la piscina.

Diversas sustancias son depositadas en el agua por los bañistas. Alrededor de las piscinas, en el suelo  encementado (frecuentemente sulfonado), los usuarios se ensucian los pies con partículas que luego las depositan en el agua. Además, el vaso de la piscina pudo haber sido construido con cementos polisulfonados. La ropa aporta otra porción de materia orgánica al agua.

A esto hay que sumarle las secreciones corporales de humanos (sudor, saliva, accidentes fecales y urinarios, etc.), los químicos usados en los cosméticos y los protectores solares, los microorganismos, etc. 

A continuación se da un listado parcial de la carga antrópica en una piscina:


·         Heces,
·         Orina,
·         Sudor,
·         Lágrimas,
·         Pelos,
·         Cera de oídos,
·         Grasa de cabello y piel,
·         Caspa,
·         Residuos de uñas,
·         Tierra y otras suciedades de las plantas de los pies y de las uñas,
·         Hongos, bacterias, virus cutáneos,
·         Saliva y secreciones nasales,
·         Virus y bacterias intestinales,
·         Células cutáneas y sanguíneas,
·         Espermatozoides muertos,
·         Polvillo de carbón,
·         Residuos de cafeína,
·         Sales,
·         Ácaros de las pestañas y piel,
·         Residuos de hormonas y anticonceptivos,
·         Residuos de colorantes de bañadores,
·         Residuos de tintes de cabello (cloruro de hexadimetrina, hidróxido de
   amonio,    etanolamina, isopropanolamina, etc.),  
·         Residuos de cosméticos (cremas de belleza, desodorantes, lociones, talcos)
·         Residuos de bloqueadores de sol (alcanfor 4-metilbencilidino, ácido 2-fenil-
   1H-bencimidasol-5-sulfónico, 2-etilhexil-4-metoxicinamato),
·         Residuos de bronceadores,
·         Lociones para quemaduras de sol (calamina),
·         Partículas de la combustión de vehículos,
·         Particulados del desgaste de las ruedas y del motor de los vehículos,
·         Partículas de esmalte de uñas,
·         Residuos de diversas sustancias exudadas por la piel o excretadas en las      
    heces y orina (ácidos orgánicos, alcoholes, vitaminas, medicamentos y
    fármacos, agentes fitosanitarios, entre otros),
·        Residuos de liquidos lavavajillas (bencisotiazolinona y metilisotiazolinona, 
    ingredientes antimicóticos), etc., etc.



De estas sustancias nos llama la atención los protectores solares. En el verano, en las piscinas al aire libre, hay madres que en su afán de proteger excesivamente del sol a sus niños, les aplican protectores más de lo normal.

Los enmantecan y embadurnan con crema de ingredientes tóxicos (Fig. 3). No toman ninguna precaución, sin recordar que la piel es un sistema dinámico, compuesto de tejido vivo.


                        Figura 3. Madre aplicando protector solar a su hijo (Fuente: Sciencephotolibrary).


Al frotar la crema en la piel del niño, lo primero que ocurre es que el compuesto penetra el stratum corneum, luego, dependiendo de varios factores (composición del compuesto, vehículo, concentración, exposición, etc.), puede penetrar la epidermis hasta llegar a la dermis y el sistema reticular de vasos sanguíneos.

En el proceso de la absorción dermal, los componentes de los protectores solares  pueden ser sometidos a mecanismos de biotransformación. Nadie sabe exactamente los efectos a largo plazo del uso de estas cremas. Lo que no hay duda es que no son buenas para la salud.

Las ignorantes madres simplemente siguen al líder del rebaño, lo que está de moda. Obedecen a quienes les pongan por delante en la propaganda mediática diseñada por los capos del cártel del comercio. El mejor protector solar es evitar exponerse a los intensos rayos UV del sol entre las 10h de la mañana hasta las 16h de la tarde en el verano.

Como consecuencia, la carga de los ingredientes de los protectores solares es mayor en las piscinas donde hay niños. Los ingredientes activos de las cremas contribuyen a la formación de THMs en el agua de la piscina. El proteccionismo maternal desayuda en lugar de ayudar a sus hijos.

Resumiendo, todas las sustancias orgánicas aportadas a la piscina interactúan con el cloro de la piscina y forman precursores de una amplia gama de subproductos de desinfección (DBPs), los cuales son dañinos para nuestra salud. Nos debilitan nuestro sistema inmunológico.

Los atletas de natación absorben niveles tóxicos de DBPs en el entrenamiento. Los niños están en mayor riesgo de absorber DBPs del agua clorada que los adultos. La inhalación de algunos DBPs causa asma y otros problemas médicos. La exposición al agua clorada aumenta el riesgo de contraer cáncer de vejiga.

Los DBPs pueden ser absorbidos por tres vías: la dermal, inhalación e ingestión. Hablaremos más sobre este tema en otra ocasión.

Al lector interesado se le recomienda leer la segunda parte de este reporte, EL AGUA CLORADA DE LAS PISCINAS: UN RIESGO PARA LA SALUD (II), en e-rastrillo. Pronto será publicado en este portal.                                                 


                                                                                          Referencias


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1 comentario:

  1. Es un problema que no es bueno que se extienda la verdad porque además la piel y nuestro pelo puede sufrir mucho, mejor mantener la piscina más baja de cloro que tenerla demasiado alta

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