El Jehová del Antiguo testamento es un dios guerrero, vengativo y sanguinario, quien disfrutaba de los olores de carne de animales quemada en los sacrificios que exigía al antiguo pueblo hebreo.
No así Jesucristo, quien en cierta ocasión al entrar a un pueblo vió a un gatito hambriento y le calmó su hambre. Ciertos pasajes de la Biblia, especialmente la apócrifa, nos enseñan que Jesús era un animalista, amaba los animales y admiraba la naturaleza, la Obra Divina.
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